Javier Hernandez, un "Chicharito" bien guisado

Foto: la Afición

Es el veinteañero más conocido en México y quizá el mexicano contemporáneo más popular en el mundo, además de ser el protagonista de la primera buena noticia de este 2011, se trata de Javier Hernández Balcázar, “El Chicharito”.

Nació en 1988 en Guadalajara, Jalisco, donde transcurrió toda su carrera futbolística hasta julio pasado, cuando se trasladó a Inglaterra a ser el relevista estrella del Manchester United.

Hijo de un futbolista profesional y nieto de otro, Javier Hernández porta en su playera el número 14 desde que jugaba en las Chivas, con ese número participó en la Selección nacional Sudáfrica y con el mismo lo recibió el equipo inglés.

“El Chicharito”, con su pelo corto, su anillo negro en el índice derecho, su nariz recta, su 1.74 metros de estatura, su inglés solvente, fue la revelación del 2010.

Los aficionados al futbol lo conocían mejor desde que formó parte de la selección Sub 20 en 2009, y también los seguidores de Chivas, equipo con el que debutó en 2006 en primera división.

El futbol, sin embargo, lo trae en las venas.

Nieto de Tomás Balcázar, “#E Chicharito” repitió la hazaña de su abuelo, cuando en 1954, en el Mundial de Suiza, les anotó un gol a los franceses, tal y como su nieto vendría a repetir este 2010, en Sudáfrica, para disfrute de millones de mexicanos frente a la selección de Domenech.

Su padre, el dueño del apodo original por sus ojos verdes, “El Chícharo Hernández”, también jugó futbol profesional y con tan buen desempeño que entró en la Selección Nacional en 1986, la última disputada en nuestro país, y para su desgracia, el escándalo desatado por el  caso de los cachirules le impidió a él y a toda su generación disputar el Mundial de 1990 en Italia.

Sin embargo, sí hizo todo porque su hijo jugara profesionalmente, desde que lo llevó a los nueve años a jugar a las Chivas, hasta que a los 16 años lo probó en un equipo de Nayarit y durante los difíciles dos primeros años que jugó en Las Chivas.

Su desempeño, lo convirtió no sólo en una figura en el futbol mexicano, sino incluso en la sociedad.

Escuchar los acordes electrónicos de “Sister Twisted” de Kinky y asociarlos con “El Chicharito” y el comercial de la empresa Bimbo se volvió común en 2010. Hacer sándwich fue ver a Javier Hernández riéndose de su apodo con una vaina de chícharo en la mano.

Si 2010 fue un año lleno de triunfos para el Chícharo, este 2011 abre de manera inmejorable, con el gol que anotó este jugador que porta la camiseta rojo de los Red Devils, el Manchester United  por el que pagaron 9 millones de dólares y que por el que seguirá jugando los próximos cinco años.

Ejemplo de triunfo, de constancia, en realidad lo de menos con Javier Hernández Balcázar el Chicharito, son sus gustos musicales, sus amoríos, sino la muestra de cómo una cultura deportiva puede ser transmitida por la familia de generación en generación y como ese esfuerzo se convierte en una historia inspiradora y que aún está por escribir quizá, sus mejores páginas.
Hasta la próxima.


Radiografías para el lunes 3 de enero de 2011
por Héctor Zamarrón


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