Esther Chávez Cano



Ciudad Juárez se quedó sin una gran mujer. Una mujer que a lo largo de su vida defendió los derechos de sus compañeras, que peleó contra la violencia y que heredó, no sólo a los juarenses, sino a todos los mexicanos, un ejemplo impresionante.

Se trata de Esther Chávez Cano, una luchadora en defensa de los derechos humanos de cuya obra pueden hablar los reconocimientos que le llegaron en cascada en los últimos años, pero quizá más, mucho más, puedan hablar de su lucha esas pequeñas libretas llenas de caligrafía menuda que le acompañaron durante años.

Libretas que documentaron con precisión una a una las muertas de Juárez. Libretas en donde doña Esther anotaba nombres, direcciones, teléfonos y todas las características de las niñas y mujeres que fueron muriendo a medida que se descomponía cada vez más esa ciudad.

Y con los años, Chávez llevó en esas libretas el listado de cómo fue asesinada cada víctima, dónde fue descubierta, si hubo o no responsables o detenidos, el nombre de quién lo encontró y dónde se conoció la noticia, lo mismo con las desaparecidas.
A esa labor dedicó años pero su mérito fue más allá al crear en 1999 Casa Amiga, Centro de crisis, una institución que dio y da ayuda a las mujeres víctimas de la violencia. Es decir, se preocupó por las muertas y se ocupó de las vivas.

Pero además, se convirtió en un personaje clave ante auditorios de todo el mundo para denunciar la violencia de género, en asidua asistente a las manifestaciones contra los feminicidios en Ciudad Juárez y en la frontera norte, en reuniones con funcionarios, académicos y periodistas, en fin, en una bujía que iluminaba para todos lados y que siempre volvía a Casa Amiga, su sede.

Y esa casa, situada en la calle de Durango, fue también el lugar desde donde la despidieron en Navidad, sus amigos, al morir a sus 73 años de edad, a causa de un cáncer que padeció durante más de una década.

Cuentan que incluso en sus últimas horas, Esther Chávez pidió a quienes tenían pensado enviar flores a su entierro, mejor hacer un depósito bancario a nombre de Casa Amiga.

Hace un año, por estas fechas, hablamos aquí de su trayectoria, justo con motivo del Premio Nacional de Derechos Humanos 2008, otorgado por el gobierno federal y ahora, con su muerte termina su vida pero su obra seguirá impulsando a todas aquellas mujeres y hombres que combaten día a día contra esa red de intereses que impidió durante años que las denuncias de Esther Chávez tuvieran mayor repercusión.
Hay una imagen de ella caminando entre las cruces rosas instaladas una zona desértica de  Ciudad Juárez, que permanecerá como símbolo de su trabajo por los derechos humanos, de una lucha que sorprende por su consistencia, y que hoy quise compartir con ustedes.
Hasta la próxima.


RADIOgrafías para el lunes 28 de diciembre de 2009
Por Héctor Zamarrón

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