Roman Polansky
Roman Polanski
Finalmente lo alcanzó. Era un viejo fantasma que lo rondó durante los últimos treinta años, al que le huyò de mil y un formas hasta que, finalmente, el sábado pasado, tuvo que enfrentarlo contra su voluntad. Se trata, por supuesto, de la tragedia que el director de cine Roman Polanski comenzó a vivir en 1978 y que había logrado evadir hasta hace poco a un alto costo.
Polanski es un mito en la historia del cine contemporáneo. Sus películas son conocidas por millones de personas y es un creador premiado incluso con un Oscar, mismo que tampoco pudo recibir por tener una orden de arresto vigente en los Estados Unidos y, a través de la Interpol, en todos los países con los que EU tiene convenio de extradición.
Nacido en París en 1933, de familia judía, el que sus padres emigraran a Polonia le significó vivir, o más bien dicho, sufrir, el holocausto en carne propia. Su madre murió en un campo de concentración en la Alemania nazi, en Auschwitz y su padre pasó dos años en otro campo, en Austria.
Educado en Cracovia durante la Polonia comunista, Polanski nació al cine en su país y ahí comenzó a obtener sus primeros éxitos como cineasta. Su debut lo realizó en 1955, cuando apenas contaba con 22 años y su película Un cuchillo en el agua, terminó por ser nominada como mejor película extranjera en 1963.
Después, a pesar de ser ya un cineasta reconocido en Polonia, decidió experimentar su país natal y se mudó a París donde produjo Repulsión, su primera película con cierto éxito comercial pero, aún insatisfecho, emigró más tarde a Inglaterra, y luego a Estados Unidos, país en que realizó sus mejores películas, antes de la denuncia por violación que, hoy lo tiene de nuevo en la cárcel, a sus 76 años de edad.
Estados Unidos es para Polanski las dos caras de la gloria y la tragedia. Por un lado es el lugar donde filmó El bebé de Rosemary y Chinatown y donde obtuvo el Oscar en 2002 por El Pianista, después de cuatro nominaciones, y que no pudo asistir a recogerlo debido al juicio que enfrenta.
Del otro lado, también es la sede de sus tragedias que lo persiguen con tanta tenacidad como el éxito. La primera ocurrió en 1969, cuando integrantes de la secta de Charles Manson, entraron a la casa de Polansky en Los Angeles decididos a matar a todo el que encontraran y así hicieron con la actriz Sharon Tate, quien para entonces era la pareja del director de cine y tenía, además, un embarazo de ocho meses, así como también asesinaron a otras cuatro personas presentes en la casa.
Después, en 1977, vino el caso de la supuesta violación de Samantha Geiner, entonces una menor de edad, cuando pasó 12 días en la cárcel antes de salir bajo fianza, tras ser acusado de mantener relaciones sexuales inapropiadas con Geiner, que en aquel entonces sólo tenía 13 años, y a la que, según la sentencia, previamente había drogado. Todo ocurrió en en la casa de Jack Nicholson.
Polansky huyò de Estados Unidos temiendo una condena mayor, sólo que en su espalda se llevó esta condena que hoy lo alcanza. Tanto Francia como Polonia intervinieron ya para solicitar la liberación del cineasta y evitar que sea extraditado a Estados Unidos.
Seguramente en los próximos días los medios nos bombarderán con las novedades del caso, pero yo, en lo personal, me quedo con el Polansky de películas tan memorables como Tess y Luna Amarga
Mientras tanto, que los tribunales hagan su trabajo. La suerte de Roman Polansky, ya está echada.
Finalmente lo alcanzó. Era un viejo fantasma que lo rondó durante los últimos treinta años, al que le huyò de mil y un formas hasta que, finalmente, el sábado pasado, tuvo que enfrentarlo contra su voluntad. Se trata, por supuesto, de la tragedia que el director de cine Roman Polanski comenzó a vivir en 1978 y que había logrado evadir hasta hace poco a un alto costo.
Polanski es un mito en la historia del cine contemporáneo. Sus películas son conocidas por millones de personas y es un creador premiado incluso con un Oscar, mismo que tampoco pudo recibir por tener una orden de arresto vigente en los Estados Unidos y, a través de la Interpol, en todos los países con los que EU tiene convenio de extradición.
Nacido en París en 1933, de familia judía, el que sus padres emigraran a Polonia le significó vivir, o más bien dicho, sufrir, el holocausto en carne propia. Su madre murió en un campo de concentración en la Alemania nazi, en Auschwitz y su padre pasó dos años en otro campo, en Austria.
Educado en Cracovia durante la Polonia comunista, Polanski nació al cine en su país y ahí comenzó a obtener sus primeros éxitos como cineasta. Su debut lo realizó en 1955, cuando apenas contaba con 22 años y su película Un cuchillo en el agua, terminó por ser nominada como mejor película extranjera en 1963.
Después, a pesar de ser ya un cineasta reconocido en Polonia, decidió experimentar su país natal y se mudó a París donde produjo Repulsión, su primera película con cierto éxito comercial pero, aún insatisfecho, emigró más tarde a Inglaterra, y luego a Estados Unidos, país en que realizó sus mejores películas, antes de la denuncia por violación que, hoy lo tiene de nuevo en la cárcel, a sus 76 años de edad.
Estados Unidos es para Polanski las dos caras de la gloria y la tragedia. Por un lado es el lugar donde filmó El bebé de Rosemary y Chinatown y donde obtuvo el Oscar en 2002 por El Pianista, después de cuatro nominaciones, y que no pudo asistir a recogerlo debido al juicio que enfrenta.
Del otro lado, también es la sede de sus tragedias que lo persiguen con tanta tenacidad como el éxito. La primera ocurrió en 1969, cuando integrantes de la secta de Charles Manson, entraron a la casa de Polansky en Los Angeles decididos a matar a todo el que encontraran y así hicieron con la actriz Sharon Tate, quien para entonces era la pareja del director de cine y tenía, además, un embarazo de ocho meses, así como también asesinaron a otras cuatro personas presentes en la casa.
Después, en 1977, vino el caso de la supuesta violación de Samantha Geiner, entonces una menor de edad, cuando pasó 12 días en la cárcel antes de salir bajo fianza, tras ser acusado de mantener relaciones sexuales inapropiadas con Geiner, que en aquel entonces sólo tenía 13 años, y a la que, según la sentencia, previamente había drogado. Todo ocurrió en en la casa de Jack Nicholson.
Polansky huyò de Estados Unidos temiendo una condena mayor, sólo que en su espalda se llevó esta condena que hoy lo alcanza. Tanto Francia como Polonia intervinieron ya para solicitar la liberación del cineasta y evitar que sea extraditado a Estados Unidos.
Seguramente en los próximos días los medios nos bombarderán con las novedades del caso, pero yo, en lo personal, me quedo con el Polansky de películas tan memorables como Tess y Luna Amarga
Mientras tanto, que los tribunales hagan su trabajo. La suerte de Roman Polansky, ya está echada.
RADIOgrafías para el lunes 28 de septiembre de 2009
por Héctor Zamarrón
por Héctor Zamarrón
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